La canción de la mítica adaptación cinematográfica de la leyenda de Hércules que hizo Disney, decía de “cero a Héroe” para ejemplificar la estratosférica ascensión a la fama que experimenta el protagonista, que pasa a de ser un don nadie hazmerreír pueblerino, a un glorioso guerrero ídolo de masas. Pues esa máxima, pero a la inversa, puede servir para describir la caída en picado que ha sufrido el prestigio de la profesión de periodista en las últimas décadas y para comprenderla, nada mejor que leer el libro “La Tiranía de la Comunicación” de Ignacio Ramonet.
En esta obra, el autor realiza un análisis sobre la pérdida de reputación del periodismo, que, según él, debe lidiar hoy con “la desconfianza y los sarcasmos” (RAMONET, 1998, 202) de una ciudadanía que antaño la consideraba como la “única garantía del control democrático” y “auténtico paladín de la verdad” (RAMONET, 1998, 202).
En efecto, tal y como explica Ramonet en el libro, en el momento actual los ciudadanos han dejado de apreciar el trabajo de los profesionales de la comunicación. En España, por ejemplo, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) muestra que junto a la de juez, la de periodista, es una de las profesiones peor valoradas por los ciudadanos. Pero esto no ha sido siempre así, ya que el autor también cuenta como el hecho de que en los años setenta se produjera el caso Watergate, donde dos periodistas de poco renombre como Bob Woodward y Carl Bernstein lograron, en su buen hacer periodístico, derrocar al Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, significaba que «incluso el hombre más poderoso del planeta no podía resistir la fuerza de la verdad cuando estaba defendida por reporteros sin tacha, incorruptibles” (RAMONET, 1998, 203). Seguir leyendo