Con motivo de la coincidencia entre el revuelo que ha causado la presentación oficial por parte del Gobierno catalán de la esperadísima pregunta -que finalmente son dos- para el referéndum sobre la independencia, donde el ejecutivo de Rajoy se ha escudado como de costumbre en el inamovible texto constitucional, y el estreno de la segunda parte de la trilogía de El Hobbit, La Desolación de Smaug, no puedo hacer más que establecer un símil entre ambos acontecimientos.
En efecto, el anillo que posee Bilbo en el film ha sido forjado por el señor oscuro Sauron para gobernar y someter a todos los pueblos de la Tierra Media, sumiéndolos en un mundo de caos y oscuridad. Pues bien, quitándole los tintes fantásticos, el ejecutivo de Rajoy está usando la Constitución de un modo similar al anillo. Cada uno de los argumentos, por sensatos o fundamentados que sean, de los impulsores de la consulta independentista son repelidos con la misma premisa, “la consulta no es constitucional”, negándose a cualquier tipo de parlamento o negociación, lo que se presupone lógico en una democracia. Haciéndoles, por otro lado, la campaña a los que promueven la independencia, ya que el hermetismo y la falta de comprensión del Gobierno central son mucho más efectivos a la hora de convencer a los catalanes de que la secesión es la solución a sus problemas que cualquiera de las explicaciones de Mas o Junqueras.
Asimismo, cuando se afirma desde Moncloa que los referéndums soberanistas no se contemplan en la Constitución y que esta no puede cambiarse, el contraargumento es sencillo: la Constitución se modificó para posibilitar el reinado de la Princesa Leonor. Además, no son pocos los que afirman que hace falta cambiarla, dado que el modelo de las autonomías ha quedado obsoleto y ya no contempla las realidades de los habitantes del país. Seguir leyendo