Dutyfree: Retrato de una provincia

Carlos Fabra irá a la cárcel.

Castellón, provincia de montañas, de Costa Azahar, de Marina D’Or, de Illes Columbretes, de bous al carrer, de gota fría y de mascletás a la sombra de las de Rita. Castellón, la provincia de un servidor y de una serie de entrañables personajes obsesionados por cortar cintas y recortar servicios.

Fabra, apellido de origen catalán y con regusto a blaverismo. Apellido con enclenques gafas de sol que imperó en Castellón desde 1995 hasta 2011 y que ahora, con una cara más amable y una democracia más invisible, gobierna el País Valencià de Vinaroz a Orihuela.

La lotería, sin champán ni celebraciones, como tapadera del dinero negro. La lotería que se juega por si acaso pero que nunca toca, que, hay que ver lo que es la vida, cuando se juntan los astros no cae una ni dos, sino once veces. Con las manos sucias se movía la suerte de un lado a otro, siempre el 23 de diciembre, nunca antes. La lotería que tantas bromas ha generado y que, en realidad, tan poca gracia tiene. Nosotros, castellonenses y valencianos ya tenemos asumido que es lo que toca en este lugar, que la corrupción es cosa nostra y que, en el día a día se ve pasar el delito bajo cuatribarradas y rojigualdas.

Que dicho así, suena hasta poético, pero en realidad es tan de traca como diecinueve mascletás, tan de traca como aquel pariente, lejano o cercano, que se acuerda de ti a las puertas del aeropuerto y decide que una colonia o una agenda del dutyfree del aeropuerto es un recuerdo típico del extranjero. Cosa que los castellonenses casi tenemos. Casi. Mira, así no nos olvidaremos de los se acuerdan de nosotros cuando son turistas.

Turistas, turistas por doquier. Mira cuántos pisos tienen los turistas para alojarse. Ah, no, mejor Marina D’Or, ¡qué guay! Y… ¿todos esos pisos? No sé… dicen que va barato el ladrillo, los venderemos en un rato, ¿no? Los pisos vacíos, criando polvo y humedad, para que se incruste la suciedad. Y luego toca limpiar, y eso ya no gusta tanto. Anda mira, como en la política.

Provincia de traca, de traca y pandereta que decía Lorca. Y tanta traca, y mascletá y tantos fuegos artificiales ¡oooh! ¡qué bonito! ¿cuánto nos habremos gastado en todo esto? ¡Ay! Chi lo sà! Nuestros bolsillos lo saben, nuestras cuentas, que no salen. Nuestro aeropuerto del abuelo, que también lo sabe y que calla, que sus pistas aún no chirrían y que aún hace falta tiempo para que la erosión se las lleve. Es fácil que el viento actúe antes de que suene welcome on board en esta provincia tal como vamos.

El déspota que gobernaba Castellón ha caído, pero tranquilidad, ¡si familia tiene para rato! Menudas cenas de Navidad se tienen que montar en las cintas del equipaje, como en un wok, pero con un estilo más exclusivo. Ya me imagino a los nietos de Fabra, tan entrañables, cantando el Jingle Bells con la tita Andrea y el tito Juanjo en videoconferencia desde el juzgado de instrucción número 4 de Madrid.

Y, sobre todo, hay que recordar, que nuestro querido tirano solo va a estar cuatro años entre rejas. Si comparamos cuatro con los dieciséis que ha estado dando la brasa en la dipu, pues tampoco parece tanto. Quizá merezca perderse más anuncios de (pesadilla antes de) la lotería de Navidad.

Pero claro, esto lo digo yo, un castellonense cabreado. Luego te pones a mirar a tu alrededor y ¿con qué te encuentras? con una provincia pintada de azul, con España 2000 acercándose al escaño y con caras de estar de acuerdo con nuestro amigo el futuro prisionero. ¿Es el momento de decir que en país de ciegos, el tuerto es el rey?

Y, es entonces, en el momento en que sientes que no estás acorde al sitio en el que naciste, cuando valoras la opción del exilio voluntario por falta de fe en tu comunidad.

Mientras tanto, alabados sean los barrotes que cerrarán una parte de la corrupción que se cierne en torno al Penyagolosa.

Luis García

Fuentes: El País, RTVE, eldiario.es

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